A lo largo de los años que llevamos de democracia el papel de las mujeres ha cambiado, éstas son cada vez más numerosas en el mercado de trabajo y su nivel de educación y formación profesional aumenta, pero a pesar de todo, las desigualdades siguen produciéndose en muchos ámbitos, y siguen estando subrepresentadas en empleos bien remunerados y en los puestos de decisión. La maternidad frena las tasas de empleo femenino y las mujeres siempre dedican más horas a los trabajos domésticos, no remunerados que los hombres.
Las desigualdades entre hombres y mujeres constituyen violaciones de los derechos fundamentales.
El acto máximo en el que la desigualdad es más evidente, es la violencia ejercida hacia las mujeres, la violencia de género es un lastre que en esta sociedad no podemos permitirnos, en el año 2010, según datos oficiales, en Asturias 5 mujeres han sido asesinadas a manos de sus compañeros y 63 en toda España, por ello valoramos importante que en esta ley de igualdad se incorporen no solo medidas que contribuyan a la igualdad efectiva entre hombre y mujeres, sino también medidas y recursos de protección a las víctimas de violencia de género, así como medidas de prevención del acoso sexual, laboral por razón de género.
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